Amaneciendo.
He girado en soledad.
He escuchado “el poema de los átomos”.
Lo he rumiado.
Me he sentado en soledad
y he entornado los ojos con respeto,
con ternura.
Giraba,
buscando aliviar mi atadura a la tierra.
Llegó de repente,
rompiendo los pensamientos en infinitos pedazos,
paralizado de cuerpo y de alma.
Instante…
y en ese instante…
una lágrima de llanto profundo caía desde el cielo.
Mirando al cielo,
la lágrima rozó mi frente,
llenándolo de una luz tenue y anaranjada.